A Coco encantaba hacer reír a los niños. Sin embargo, Coco quería volar. Desde pequeño, le gustaba mirar por horas a los trapecistas, verlos mecerse de una lado a otro, verlos volar por lo aires, verlos retar a la muerte. Pero él era un simple payaso. Así que, en sus ratos libres se ponía a practicar, se juntaba con los trapecista y estos le enseñaban sus técnicas y trucos. Al cabo de dos años, Coco se presentó ante el administrador del circo y le pidió ser parte del show de los trapecistas. El administrador, hombre rígido y cerrado, le dijo que iba a darle más tiempo para practicar. Pasaron los años y Coco siguió practicando y, también, se siguió presentando ante el administrador. Desgraciadamente, siempre había un pero: que la temporada estaba mala y lo necesitaba como payaso, que la carpa del circo estaba rota y no podía estrenarse así, que los trapecista no estaban de moda, que en la próxima función... y así pasaron los años. Coco se volvió viejo pero no perdió nunca el deseo de ser trapecista y seguía entrenándose e insistiendo al administrador. Un día, el hombre se cansó de las insistencias del payaso y le dio una oportunidad. Coco se puso contento. Esa misma noche dejaría de ser un simple payaso para convertirse en un trapecista, dueño de los aires. La carpa se lleno como nunca. Cuando el turno le llego, Coco estaba muy nervioso. Pero era su sueño de toda una vida, así que se armo de valor, subió por las escaleras y se para en la plataforma para dar su primer salto. Pero Coco era muy viejo ya y, al dar el salto, no pudo llegar al columpio y, entonces ocurrió lo peor...
Todos sus amigos se reunieron alrededor de su cuerpo sin vida, los domadores, los magos, los trapecistas y, por supuesto, los otros payasos. Todos sabían de la insistencia de Coco para convertirse en trapecista y, sabían también, de la negativa del administrador. Para ellos no había duda: la burocracia del circo había matado a Coco.
Todos sus amigos se reunieron alrededor de su cuerpo sin vida, los domadores, los magos, los trapecistas y, por supuesto, los otros payasos. Todos sabían de la insistencia de Coco para convertirse en trapecista y, sabían también, de la negativa del administrador. Para ellos no había duda: la burocracia del circo había matado a Coco.
4 leyeron y piden la palabra:
Te deseo mucha suerte!
a veces las oportunidades llegan demasiado tardes, pero nunca hay que dejar de esperarlas...
Saludos
@Alex: gracias. Vamos a esperar los resultados.
@Litzardo: si, creo que ese es uno de los mensajes, morir haciendo lo que nos gusta, sin importar lo que esto implique.
fue triste sniff sniff. Lo unico bueno es q nunca dejo de sonyar y quiza no hay muerte mejor, q la de morir cumpliendo tu suenyo
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