Poco a poco mi vista fue acostumbrándose a la oscuridad, y me di cuenta de que me arrastraban por un largo y sombrío pasillo; sin embargo aún no podía reconocer a quienes me llevaban. Entonces quise resistirme, quise gritar, quise decirles que me soltaran…pero mi cuerpo no respondía. Finalmente, vi una luz, primero muy pequeña, pero mientras avanzaba ésta fue creciendo y en cierto punto, me di cuenta que la luz provenía de un horno, frente al cual estaba una anciana con apariencia de gitana. Solo entonces logré distinguir a los seres que me llevaban: eran los Thaurus.
Cuando por fin estuve frente a la anciana los Thaurus me quitaron toda la ropa y la metieron al horno. Desde entonces mi piel y la ceniza se volvieron mi único vestido. Después la mujer sacó una barra de hierro al rojo vivo del horno, me la acercó a la cara, y me dijo:"A ver, muñeco, respirá profundo”. Y antes de que me diera cuenta, me la presionó justo en medio de los ojos y sentí mi piel derritiéndose y la sensación de que la barra me había llegado hasta el cerebro y atravesado mi cabeza muy lentamente, mientras oía la risa de bruja de la anciana. Entonces grité…
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