31 de enero de 2010

Maricela

Hace algunos días tuve la oportunidad de ver I Love You, Beth Cooper y no pude evitar sentirme un tanto identificado. El filme trata, para los que aún no lo han visto, sobre un estudiante en su último año de colegio al que le designan la tarea de dar el discurso final de su promoción. Convencido por su mejor amigo, decide declararle su amor a Beth Cooper, de quien ha estado enamorado por muchos años. Esto desencadena una serie de eventos que, a la larga, permiten que el conozco a la verdadera Beth Cooper: un ser humano con objetivos, defectos y frustraciones. En lo personal no me gusto el final de la película (el cual me reservo), sin embargo, como decía al principio, no pude evitar sentirme identificado... yo también tuve mi Beth Cooper. Estaba como en cuarto grado cuando la vi por primera vez y fue, desde entonces, la criatura más bella que había visto en mi vida. Pasaron casi seis años para que tuviera mi oportunidad de hablar con ella. Nos hicimos amigos. Descubrí esa humanidad tan característica de los humanos. Y así pasó el tiempo y nunca le dije nada. Claro, se lo demostré, pero seamos sinceros, eso no siempre es suficiente. Para cuando terminamos el colegio nuestra amistad no estaba en el mejor momento debido a ciertas situaciones e inmadureces de mi parte. Y bueno, nunca nos dijimos adiós...
En estos casi siete me la he encontrado un par de veces, pero hemos actuado como perfectos desconocidos.
Es curioso como actúa el destino, volvimos a ser lo que un día fuimos, cuando estaba en cuarto grado.

30 de enero de 2010

El fin de un camino. El inicio de otro.

Recuerdo el día que comencé la universidad como si fuera ayer: los edificios estaban como nuevos pues habían renovado la infraestructura, el 99% de las caras eran nuevas, un sistema y una libertad diferentes al bachillerato. Uno se siente abrumado por ese mundo nuevo. Veía el camino que tenía enfrente como largo e interminable. Pero iba con la mente positiva y trate de mantenerla durante los años siguientes hasta donde pude. 
No ha sido un camino fácil. Confieso que, en no pocas ocasiones, pensé en renunciar y buscar otros lares. Hubieron giros inesperados, deseados y no.
Sin embargo, y desde ayer, soy un estudiante egresado de Ingeniería Industrial. Y lo escribo con humildad y muy agradecido con Dios, quien no me dejo sólo en ningún momento, incluso al final, pues sepan que estuve a punto de alargar el tiempo de formación pero acá estoy muy contento.
Les agradezco por su apoyo, ya sea por este medio o Twitter, MSN o en persona.
Estoy muy satisfecho conmigo mismo pues intenté siempre de aprender no sólo cosas de la carrera y me involucré en infinidad de cosas siempre con la filosofía de que "el ingeniero que sólo sabe de ingeniería no es ingeniero". Mantuve la mente abierta a pesar de la factura que eso me pudiera pasar después. Prueba de ello es este blog, el cual no me arrepiento en ningún momento de haber abierto.
Les dejo una canción muy significativa para mi.
Espero les guste. Y de nuevo muchas gracias.

18 de enero de 2010

Cerrando heridas

En el discurso de este sabado 16 de enero, día en el que se conmemora la firma de los Acuerdos de Paz en nuestro país, el presidente Funes pidió perdón, en nombre del Estado, a las victimas del Ejercito en el conflicto. Para muchos esto, mas que una solución, es un nuevo "abrir de heridas"; para otros, un deseo desde hace mucho tiempo anhelado.
No tengo familia o amigos que hayan sido victima, de una forma u otra, del conflicto. No sé, ni puedo imaginarme, como se han de sentir los padres de esos niños con este anuncio.
Durante mucho tiempo me he preguntado que qué se ganaría si el Estado alguna vez llegaba a pedir perdón por todas esas cosas horribles que pasaron en los doce años de guerra. Para ser sincero, no le veía ganancia, pues como dice Arjona "tres padrenuestro no reviven un muerto". No se puede retroceder el tiempo y evitar el dolor. No se podrá regresar a los niños asesinados a sus madres. Tampoco será posible devolver infancias o vidas completas. Traumas, malos recuerdos, insultos, golpes, heridas, muerte. Todo lo pasado se queda tal como está.
Sé ahora que el Estado, con ese pido perdón, adquiere un compromiso con las victimas y con sus familias. Un compromiso de ayuda, de búsqueda. Lo que se ganará, lo que se cambiará, será, para algunas familias, para las que tengan digamos suerte,  el quitarse esa angustia de no saber, vive o no, el aferrarse más o ya no a una esperanza...
Pero, repito, no se como se sientan con esto los familiares y amigos de las victimas. Espero que puedan tener cierta paz. Las heridas no desaparecerán pero las cicatrices podrían, tal vez, cerrar.

14 de enero de 2010

El estado civil de el salvadoreño

Como saben, el salvadoreño se caracteriza en el mundo por distintas razones: por ese acento tan especial con el que nos comunicamos, por la forma en que trabajamos, por las pupusas, la violencia (desgraciadamente), entre otras. Sin embargo, hay un aspecto más que aún no ha sido considerado por los estudiosos: el estado civil. Acá los más escuchados:
  • Sin compromiso: es el salvadoreño o salvadoreña que esta total y completamente en soltería, no tiene hijos ni esta atado con nada.
  • Acompañado : es aquel compatriota que, sin estar casado o haber firmado algún papel, convive con otra persona como pareja.
  • Solo o sola: aquella persona nacida en nuestro país que, sin importar la razón o circunstancia, educa a sus vástagos de forma independiente, es decir, sin ayuda de pareja alguna.
  • Ido o ida: a pesar de lo que una primera percepción pudiera indicar, dícese de aquel o aquella salvadoreña que, ante la negativa de sus padres a permitirle contraer matrimonio con alguna persona, decide escaparse de su casa para convivir con dicha persona. En pocas palabras, son idos de su casa.
Y vos, ¿en qué estado estás?

7 de enero de 2010

♫ Yo SI olvido el año viejo... ♫

Bueno, ya pasaron varios días desde comenzó el año y no podía dejarlo pasar sin comentar nada. No voy a hacer predicciones ni ponerme propósitos, sólo hay que ver lo que escribí hace un año y como casi todo fue un fail. Si, por otra parte, voy a desearles un buen año, muchas bendiciones y tenderles mi mano para casi cualquier cosa. Me pongo, eso si, tres metas:
  1. Leer más, aprender cosas nuevas
  2. Escribir más, crecer.
  3. Tomar más fotografías, atesorar recuerdos.
El 2009 fue año muy difícil, en los últimos días caí en un bache (¿se notó?), y ya, cuando al fin salí de él, no tenía tiempo de escribir. Sólo puedo concluir que crecer duele. Veamos como va el 2010.

¡Saludos y feliz año!

4 de enero de 2010

Ataco: capital del Mundo y sucursal del Cielo

Un poco de historia para entrar en contexto: en la escena final de la película "Lo que el viento se llevo", se puede ver a la que la protagonista, Scarlett O’Hara, tendida sobre la escalera de su mansión. Pierde al amor de su vida y se siente perdida, no sabe cómo recuperarlo. Se siente sin fuerzas. En eso, una frase la golpea en su interior: "Esto es lo que te da tu fuerza: Tara; algo que amas mucho mas que a mi: Tara, la tierra roja de Tara". Dicho eso, comienzo. Creo que en el mundo existen dos tipos de personas: las que sacan su fuerza de su interior y las que necesitan algo de donde obtener su fuerza. En el caso de las primeras, usan toda su fuerza interior hasta que mueren. Para el caso de las segunda, deben recargarse con este algo cada cierto tiempo; caso contrario, mueren. En lo personal me considero de las segundas, necesito recargar mis fuerzas, necesito llenar mi interior para poder sobrevivir. Seguramente se estarán preguntan qué es ese algo de donde saco mi energías, de qué me recargo. Pues bueno, tengo diferentes fuentes: a veces es la música, otras el clima, otras una conversación con alguna amistad muy querida... sin embargo, tengo mi Tara. Y ese Tara es Ataco. Es el pueblo natal de mi padre y voy cada cierto tiempo, aunque nunca lo suficiente. El título de este post define lo que siento por este pueblecito. Ha cambiado mucho en los últimos años, pero mantiene su alma.
En Ataco recargo mis energías, voy, disfruto de la brisa, de la gente, de sus calles y regreso como nuevo. ¡Ah! Y para que la recarga sea efectiva debo enamorarme un poco.