31 de enero de 2010

Maricela

Hace algunos días tuve la oportunidad de ver I Love You, Beth Cooper y no pude evitar sentirme un tanto identificado. El filme trata, para los que aún no lo han visto, sobre un estudiante en su último año de colegio al que le designan la tarea de dar el discurso final de su promoción. Convencido por su mejor amigo, decide declararle su amor a Beth Cooper, de quien ha estado enamorado por muchos años. Esto desencadena una serie de eventos que, a la larga, permiten que el conozco a la verdadera Beth Cooper: un ser humano con objetivos, defectos y frustraciones. En lo personal no me gusto el final de la película (el cual me reservo), sin embargo, como decía al principio, no pude evitar sentirme identificado... yo también tuve mi Beth Cooper. Estaba como en cuarto grado cuando la vi por primera vez y fue, desde entonces, la criatura más bella que había visto en mi vida. Pasaron casi seis años para que tuviera mi oportunidad de hablar con ella. Nos hicimos amigos. Descubrí esa humanidad tan característica de los humanos. Y así pasó el tiempo y nunca le dije nada. Claro, se lo demostré, pero seamos sinceros, eso no siempre es suficiente. Para cuando terminamos el colegio nuestra amistad no estaba en el mejor momento debido a ciertas situaciones e inmadureces de mi parte. Y bueno, nunca nos dijimos adiós...
En estos casi siete me la he encontrado un par de veces, pero hemos actuado como perfectos desconocidos.
Es curioso como actúa el destino, volvimos a ser lo que un día fuimos, cuando estaba en cuarto grado.

2 leyeron y piden la palabra:

Anónimo dijo...

buena reflexión, me recordaste lo más parecido que tuve de una Beth Cooper... no se que habrá sido de esa Claudia.

Feliz dia.

Raquel dijo...

Todos tenemos una Beth Cooper... hasta las mujeres... por muy feo que eso suene jaja Pero creo que entendiste lo que quería decir