27 de agosto de 2008

CUENTO URBANO 1: DESCONFIANZA

Un día de estos, de esos sin mucho trámite, fui a un supermercado a buscar unos precios de un producto para un proyecto. Quise ser civilizado, por una vez en mi vida, y lo primero que hice al llegar fue dirigirme al gerente y pedir permiso para anotar los precios. Me salio con la historia de que no podía sin una autorización de “allá arriba”, pero que si quería podía entrar a ver los productos. Entre con la idea de sacar mi cel y tomar un video del pasillo, producto por producto, precio por precio. Al llegar me encuentro a una chava, quizás demasiado pequeña para estar en un pasillo como ese, que era la encargada de promocionar los productos de dicho pasillo. Estaba otra empleada del supermercado hablando con ella. Trate de esperar un poco, esperando alguna distracción, para poder tomar el video. Sin embargo algo extraño empezó a suceder: llegó un tipo con una carretilla a revisar algunos productos, al rato llegó otra empleada a platicar con las dos primeras y, lo más obvio, llegaron dos empleados a trapear el mismo pasillo. No me quitaron los ojos de encima. De más esta decir que no podía sacar mi cel y tomar los precios. Decidí irme. Al dirigirme a la salida, dos vigilantes caminaban hacia el pasillo donde yo me encontraba…

Juzguen ustedes.

Ah! El producto del cual yo necesitaba los precios era licor.

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