La figura se acercó un poco más y luego se abalanzó sobre Juno como una fiera salvaje a su presa. Fue entonces cuando, bajo la luz de la Luna, puso ver que no se trataba de la Domadora, sino de la Contorsionista. El payaso, hombre al fin, se entregó a ella.
A la mañana siguiente Juno sintió un ataque de culpabilidad tan grande que aquella noche, la última en que el Circo abriría su carapa, no asistió al acto de la Domadora. El payaso se metió a la tienda del dueño del Circo y robó su mejor whisky. Horas después, con la botella vacía a su lado y el maquillaje corrido, el payaso decidió ir a buscar a la Domadora y confesarle su amor.
Se acercó despacio y tambaleante a la tienda de la Domadora, sabía muy bien cual era: la más grande y aislada de todas.
Juno se acercó un poco más y justo cuando estaba en la entrada escuchó una voz que lo invitaba a entrar, y así lo hizo. Pocos segundos después sintió como se abalanzaban sobre él como una presa...
Algunas horas después, mientras desarmaban las tiendas, encontraron el cuerpo del payaso. Un zarpazo le había abierto la garganta y, a pesar de ello, tenía una sonrisa dibujada en el rostro.
Querer a alguien es un compromiso, en especial cuando se hace de forma anónima.
0 leyeron y piden la palabra:
Publicar un comentario