No soy un ser que sueñe mucho. Me explico: cada vez que termina un año, comienzo a hacerme ilusiones por el próximo, a pensar en cosas para hacer. Pero me quedo ahí, ninguna de estas ideas logra alcanzar el nivel de meta. Creo que, por desgracia, dejo que me lleve la corriente en muchas cosas; sólo cuando llega la hora de la bifurcación, de decidir, elijo. Sin embargo, el asunto no es tan malo. Me han pasado cosas dispersas en mi vida que, al ir uniéndolas, se convierten en un sueño: es como si cada decisión, cada cambio, se convirtiera en una peldaño de una enorme escalera. Si bien es cierto aún no tengo una meta clara, no voy caminando a oscuras.
Ahora bien, se terminó el 2009 y no logré muchas de las cosas que me planteé al inicio, de hecho, ni me acuerdo de la mayoría de ellas. Para este año pensé en un par de asuntos, importantes si, decisivos. Sin embargo, tengo la intención de dejarme llevar por la corriente y ver a donde me lleva o que me acerca. Ya tengo la dirección, ahora elijamos el destino... ¿estará eso bien?
1 leyeron y piden la palabra:
Pues, las metas no son para ofuscarse o afligirse si no las cumplís, pero ayudan a dirigir tus esfuerzos.
Dejarse llevar no es malo, pero sí deberías tener un par de cosas en el horizonte que te impulsen a ser mejor cada día
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